Como diría nuestro ídolo Fernando Alonso, La suerte siempre se compensa, y para demostrarlo una bella anécdota matutina.
Hoy he pasado una noche pésima, una de esas noche en las que mil cosas te rondan la cabeza y no eres capaz de conciliar el sueño. Una noche de esas en la que tienes la mirada clavada en el techo, como si te acabases de tomar un redbull antes irte a la cama, aunque no era el caso.
Más tarde, cuando llevaba varios millones de bits contados conseguí conciliar el sueño. Pero claro esta jugarreta en mi ciclo del sueño no quedaria impune. Por la mañana levantarme fue un autentico calvario.
Cuando ya estaba listo para marchar, consciente de que salía tarde de casa me di cuenta de que no encontraba mi USB, me puse a buscarlo por toda la casa y nada. Ya dandome cuenta de que iba a llegar realmente tarde decidi marchar. Sali de casa a la hora que se suponia que deberia estar entrando en el trabajo.
El caso es que me lo tome con calma, sabia que iba a llegar tarde y aunque soy de los que piensa que mejor 5 que 25, hoy me dio igual. Me tome la carretera con una inusitada tranquilidad, y menos mal, porque me encontre con obras, tráfico, conductores lentos, atajos colapsados y para mas inri, cuando estaba a punto de llegar se me colo en una rotonda un vehiculo de limpieza, lo cual me retuvo durante cinco infinitos minutos para recorrer doscientos metros.
Por fin conseguí llegar y aparcar. Mientras caminaba, con tranquilidad, hacia el trabajo iba pensando si pondria alguna excusa o simplemente me disculparia y agacharia la cabeza. Finalmente opte por disculparme pero manteniendo la cabeza alta. Exactamente media hora mas tarde de mi hora de entrada, cruce las puertas de la oficina. He de decir que soy muy puntual, de hecho es posible que sea el primer dia del año que me retraso. El caso es que me acerco a mi puesto de trabajo y…cual es mi sorpresa al ver que no habia nadie.
En ese momento solte una gran carcajada, mental, claro está, y pensé que a pesar de todos los desafortunados incidentes que tuve para llegar, nadie, absolutamente nadie del equipo jamás lo sabría. Mi puntualidad sigue intacta.
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